(foto de Isabel Wagemann)
DE CERO
«Por favor, sea breve», dijo el asesino. Yo le obedecí. Subí al dormitorio de mi esposa y le hice el amor por última vez. Arropé a mis hijos y les conté un cuento hermoso que escucharon con arrobo infantil. Observé sus caritas al dormirse, tratando de imaginarles en una versión adulta. Por fin, bajé a la salita, donde él me esperaba con su pistola preparada. Me ofreció un puro y fumamos en silencio. Después cogí mis maletas y salí para no escuchar los gritos. Es difícil empezar de cero.
Eva Diaz Riobello