Por favor, sea breve supuso para mí la visibilidad como autor de microrrelatos. Había publicado los primeros en 1992, en mi segundo libro, Manías y melomanías mismamente, y luego varios puñados más en 1996, en el librito Relatos mínimos y el El aburrimiento, Lester, y todavía insistí en Los tigres albinos, en el 2000. Pero fueron las antologías, los libros colectivos, los que lo hicieron posible. Las antologías de microrrelatos de José Luís González, Dos veces cuento; de José Díaz, Ojos de aguja, y la primera de Clara Obligado, Por favor, sea breve, lograron enseguida lo que no había conseguido como autor en cinco libros de cuentos.
Las antologías de Clara son esenciales. El verdadero nacimiento del género en España, su reconocimiento como un género distinto del cuento, pasa necesariamente por la edición y la gran repercusión del Por favor, sea breve. No es que haya un antes y un después del microrrelato con su primera antología, es que el microrrelato lo es en España desde entonces. Es esa antología la que hace tomar conciencia del género en nuestro país, no solo a la crítica y a los lectores, sino también a los propios autores y al mundo editorial. Para mí está claro: La mano de la hormiga me catapultó a la escritura de microrrelatos; Por favor, sea breve, me hizo existir como autor de micros.