En estos días, todos hemos leído diferentes versiones sobre qué sucederá con los restos de Federico García Lorca y la discusión, triste y macabra a la vez, me ha traído a la memoria los debates que se dieron en Argentina sobre un tema también penoso: el de los desaparecidos y su derecho a ser enterrados. Me resulta muy difícil pensar que el autor de «Poeta en Nueva York» no tenga ese derecho, increíble que algo que no se puede negar a ningún ser humano sea motivo de debate. ¿Es más importante la sensibilidad de la familia que este derecho? ¿es la familia dueña del fusilado y puede negarle una lápida con su nombre? ¿o es que interesa más olvidar que recordar? Y Federico, el poeta, ¿hubiera querido que ese olvido protegiera a sus verdugos de la verdad? ¿Hubiera deseado que los detalles de su muerte continuaran manteniéndose en secreto? Resulta difícil imaginarlo pidiendo silencio. A él, fusilado por hacer uso de la palabra. ¿Te gustaría opinar sobre este tema?
Talleres de verano
Vayas donde vayas, estés donde estés, ¡que la literatura te acompañe! Taller de microrrelato. Aprende las claves de la minificción. Del 14 de septiembre al