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DODECÁLOGOS DE UN CUENTISTA*

 Andrés Neuman

DODECÁLOGO DE UN CUENTISTA

I

Contar un cuento es saber guardar un secreto.

II

Aunque hablen en pretérito, los cuentos suceden siempre ahora. No hay tiempo para más y ni falta que hace.

III

El excesivo desarrollo de la acción es la anemia del cuento, o su muerte por asfixia.

IV

En las primeras líneas un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, la resurrección. En cuanto al título, paradójicamente, si es demasiado brillante se olvida pronto.

V

Los personajes no se presentan: actúan.

VI

La atmósfera puede ser lo más memorable del argumento. La mirada, el personaje principal.

VII

El lirismo contenido produce magia. El lirismo sin freno, trucos.

VIII

La voz del narrador tiene tanta importancia que no siempre conviene que se escuche.

IX

Corregir: reducir.

X

El talento es el ritmo. Los problemas más sutiles empiezan en la puntuación.

XI

En el cuento, un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto.

XII

Narrar es seducir: jamás satisfagas del todo la curiosidad del lector.

 

(del libro El último minuto, Páginas de Espuma)

* Los Dodecálogos de un cuentista no pretenden ser reglas para escribir cuentos; son pequeñas ideas surgidas durante el proceso de escritura. No constituyen una poética dogmática; se contradicen con todo gusto. No se proponen de ningún modo definir los libros a los que acompañan; tan sólo reflexionar sobre la narrativa breve. Se componen de doce puntos para eludir la absurda perfección del diez. Desearían ser, en suma, una manera lúdica de abordar el ensayo.

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