Muriel Spark badge

No puedo dejar de leerla y, para ver si os contagio, he subido esta biografía que encontré y que es bastante completa.

(…) Muriel Spark se parece a R.L. Stevenson, uno de los autores que admiraba y con quien coincide al menos en dos puntos biográficos: ambos nacieron en la oscura y fantasiosa Edimburgo, ambos torcieron el destino para ser escritores y llevar una vida digna de una de sus novelas.

Muriel nació en 1918, de padre judío llamado Camberg, profesión mecánico, y madre escocesa, profesora de música. A los 19 años se casó con un extraño profesor de matemáticas, Sydney Spark, mucho mayor que ella y pronto declarado enfermo siquiátrico. Con él se fue a Rhodesia, en Africa, donde tuvo a su único hijo y comenzó a escribir relatos sobre el caos en que vivía. Pronto volvió a Inglaterra y se instaló en Londres. Mandó al niño al cuidado de su madre y abandonó a Spark, pero se quedó con su nombre, que significa chispa. “Spark sonaba más vivo y divertido”, dice en la biografía autorizada que Michael Stannard publicó en 2009. Fueron años duros: vivía en cuartuchos, comía poco, trabajaba en cuatro partes; mal pagada, durante la guerra inventó noticias falsas para los nazis en el servicio secreto y fue secretaria de la precaria Poetry Society. Publicó sus poemas, bastante buenos, y estudios críticos sobre Mary Shelley (traducido por Lumen) o Emily Brontë, junto a un nuevo novio, Derek Stanford. A mediados de los años 50, y supuestamente a causa de las pastillas para adelgazar, sufrió un colapso nervioso, a raíz del cual se habría convertido al catolicismo: alucinaba que los poemas de T.S. Eliot, el católico más famoso de la poesía, contenían mensajes cifrados para ella. Entonces la ayudó económicamente Graham Greene, bajo la exigencia de jamás agradecérselo, y un cura le facilitó lugar en un convento para escribir. En 1957, a los 39, publicó su primera novela, Los encubridores, pronto Memento mori (LBE) -siguió dos décadas a ese ritmo, una novela al año-, y luego La plenitud de la señorita Brodie, el retrato de su profesora del colegio en Escocia que le dio fama eterna. Miss Brodie se volvió un personaje clásico de la tele, el cine y el teatro inglés, le aseguró bienestar monetario para siempre y la ubicó en el canon literario escocés. Spark se convirtió en una celebridad en Nueva York y en Roma; usaba diamantes y compraba caballos de carrera. A comienzos de los 70 se retiró a la Toscana. Tal como se había demorado más de 20 años en retratar una parte de su juventud, en 1988 noveló sus años difíciles en Muy lejos de Kensington, una “comedia de venganza” contra su pobreza y su ex. Sus novelas, aunque sean demenciales, suelen basarse en sus vivencias. “La realidad primero es alarmante y luego se vuelve interesante”, dice uno de sus personajes.

Marcela Fuentealba

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