(De izquierda a derecha) Clara Obligado, Susana García Iglesias, Luis Velasco y Elvira Navarro.
Foto: Mariángeles Fernández.
Hoy presentamos, en la Feria del Libro de Madrid, Una historia sencilla, de Luis Velasco Blake. (Ed. Caballo de Troya).
Lo que dijo Luis Velasco Blake.
Lo que dijo Clara Obligado.
Lo que dijo Susana García.
Lo que dijo Elvira Navarro.
Lo que dijo Luis Velasco Blake.
Lo que dijo Clara Obligado.
Lo que dijo Susana García.
Lo que dijo Elvira Navarro.
Y ya que estamos, el vídeo de la presentación:
¡Ay! ¡Ha sido tan emocionante! Recomiendo leer los textos que prepararon los ponentes, para que os hagáis a una idea del tono que tuvo la presentación.
Felicitaciones, Luis, por todo, y especialmente por el libro. En cuanto llegue a mis manos lo leo y te lo comento, tengo muchas ganas.
Ahhhggggggg, qué pena, este finde me resultó imposible pasarme por la feria. Leeré con mucha atención las presentaciones.
Nunca había leido una declaración de amor tan pública y tan íntima a la vez, precioso texto. Si llego a estar en la presentación, seguro que me hubiera emocionado.
Ni te digo lo que lloramos todos, autor incluido…
Felicitaciones Luis, y espero poder leer tu novela. Un abrazo desde la Argentina
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Fe de erratas:
2. “saldar cuentas con la Iglesia CatóliCa por la MÁS QUE EVIDENTE complacencia de ésta con el Régimen.
4. “soy ateo”
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Hay un aspecto en el de discrepo de JCR. No creo que Luis Velasco (LV) sea un psicópata, es decir, que no le pese en la conciencia lo que hizo. Más bien creo todo lo contrario, le pesa y en demasía. El problema de LV es el modo en que trata de resolver esa inmensa carga sobre su conciencia. Para una cuestión de este tipo caben dos opciones:
1) Asumir los hechos y, como dirían los psicólogos, perdonarse a sí mismo. La consecuencia inmediata de esto es reservar esa parcela de su vida para su intimidad, dado que no necesita sacarlo al exterior al haber logrado una cierta paz interior a través de su propio perdón.
2) No sentirse capaz de perdonarse y, por tanto, intentar obtener ese perdón a través de los demás, sacando una y otra vez a relucir ese corto período de su vida. ¿Quiénes pueden jugar ese papel para que puedan ejercer esa función redentora? La respuesta parece clara: aquellas personas, o para ser más exacto, aquel grupo de personas que él considera que perjudicó gravemente con sus acciones. En este caso, hablamos de aquel sector político que luchó contra la Dictadura Militar y que hoy en día, gran parte de ellos, se han convertido en progres. Obtener “el perdón” a través de la palmadita en la espalda, del abrazo, de la felicitación (ya sea por su declaración contra VW o por la publicación subvencionada de una novela) de este grupo de personas o sector político
No hay duda de que la primera opción es la sana y recomendable, pero LV, probablemente por una débil personalidad o una autoestima muy baja, siguió la segunda.
El gran inconveniente del camino seguido por LV es que “resuelve” muy precariamente sus sentimientos de culpa, dado que entra en conflicto con lo realmente sucedido y que permanece sobre su conciencia. Esto explica la imperiosa necesidad que tiene de hablar de ese tema a la menor ocasión que se le presenta. En la medida en que no sana la herida, esas muestras de afecto, admiración,…etc. es algo que tiene que estar recibiendo constantemente de los demás para que cumpla esa función “salvífica”, en una retroalimentación perpetua.
Análisis de “Sudaca de mierda”, de Luis Velasco y pubilcado en la revista digital El Tranvía.
https://revistaeltranvia.com.ar/?p=1024
¡Sudaca de mierda!
¡Sudaca de mierda, vete a tu tierra! me dijo el ibérico vendedor callejero, igual que yo, resolviendo un problema que nada tenía que ver con la raza, ni con la historia, con esa frase tan cortante como un latigazo. Y enseguida el desprecio (¿el desprecio o el miedo?) me impidió decirle que a mi tierra habían arribado millones de europeos y de españoles en busca de mejores tiempos, mirando por un refugio para su situación de guerra, intentando dibujar un nuevo panorama para su hambre (la típica metáfora porteña, te ha quedado muy mona). ¿Para qué iba a decirle todo eso a esa bestia a la que lo único que le interesaba eran sus dos metros cuadrados de calle para vender sus, mis baratijas? (Ya entiendo. Estaba revendiendo tus baratijas en la calle, haciendo lo mismo que tú cuando compras a un proveedor para venderlo más caro, es decir, especulando. Deja que cada uno se gane la vida como pueda o recurre a las autoridades represoras -algo que sabes hacer muy bien cuando te conviene, ya sabes a lo que me refiero….- si consideras que está cometiendo una ilegalidad).
Me estaba diciendo “sudaca de mierda” a mí, que soy platense, que soy blanquito, hijo de una buena familia universitaria, un pequebú hecho y derecho (aquí te delatas, a otros se lo podría llamar pero ¿cómo se atreve a decirle semejante cosa a un burguesito blanquito?), vamos, que la sinrazón y la barbarie de la dictadura militar me habían llevado al exilio en la lejana Europa (ya salió aquello. ¡No dejas escapar una!), a convivir con los desclasados españoles, con los moros, con los gitanos, con los negros africanos (¿negros africanos en España en el año 79?). A trocar a Gramsci o a Sartre (eso de citar “al tun tun” es muy propio de los que van de intelectuales y no llegan ni por asomo a la condición de “pseudointelectuales”) por la pelea mañanera en un mercadillo de pueblo, para poder vender. (Tu miopía egocéntrica te impide ver que lo que echas en cara a los demás es lo mismo que tú hacías y, de paso, te dejas en evidencia solito).
Serrat dijo que los argentinos no habíamos inventado (las palabras no se inventan, se construyen. Ay, ay, ay…. Hay que estudiar un poquito. Claro que si tu referente “intelectual” es un cantautor…) un término despectivo para referirnos a los españoles. Puede, pero sí para los bolitas, los perucas, los chilotes, términos tan cargados de desprecio como llamar “negro” a un conciudadano (querrás decir “a un conciudadano negro”. ¿No me digas que también perteneces al grupo de memos racistas que llaman “ciudadano de color” o “morenito” a un negro?).
Es por eso que indignado y preocupado por la muerte de un ciudadano boliviano (seguro que no dormiste esa noche) en la ciudad de La Plata, mi ciudad, empiezo (empiezas, continuas y terminas, perdona. Una vez más, utilizas un acontecimiento cualquiera para lo único que te interesa, hablar de ti mismo) este pequeño relato con el “sudaca de mierda”, imaginándome cómo sacarían pecho los argentinitos, contra “este gallego de mierda”, sin pensar que tal vez el mismo dedo índice con que señalan al “gallego” está disparando el revólver que mató al boliviano. (Extraordinario símil ese de equiparar “el dedo que señala” con una pistola, todo un derroche de imaginación. Te debería dar vergüenza siquiera atreverte a comparar un repugnante acto racista y xenófobo con asesinato incluido, a una peleíta verbal donde te llamaron “sudaca de mierda” como te podrían haber insultado de cualquier otra forma; “usurero de mierda”, por ejemplo. Es obsceno, cuando menos.)
Los cuatro parrafitos hablando de ti mismo y de una banal disputa entre un hombre tratando de ganarse la vida como puede y un usurero. Eres un egotista, narcisista y onanista mental. La próxima vez te recomiendo que escribas sobre “cómo masturbarse hablando de uno mismo”.
Análisis literario y gramatical de la primera página de “Una historia sencilla” de Luis Velaco Blake.
El teléfono sonó rompiendo la calma de la siesta de aquel 28 de febrero de 1982.
El ruido metálico partió en varios pedazos el calor agobiante y Matías se acercó con parsimonia al aparato, lo descolgó sin ganas y dijo Hola, pensando quién podía ser tan inoportuno y desubicado. Aló, se escuchó del otro lado, como lejos (“como lejos”. La utilización de esos dos adverbios yuxtapuestos es totalmente incorrecta, o bien dices “como lejano” o bien “lejanamente”. Espantoso), Aló. ¿Es la casa de los García Miralles? La voz sonaba extraña, desde luego no era argentina, el acento era sudamericano, sin duda. (las voces no tienen una localización geográfica, sino los acentos. Incorrecto. Bastaba con decir “el acento sonaba extraño, desde luego no era argentino, aunque sin duda sudamericano”) ¿Pero de dónde? (Mal escrito, ni corresponde colocar un punto ni el “pero” pertenece al interrogante. “el acento era sudamericano, sin duda, pero ¿de dónde?”.) De nuevo la voz como de niña pequeña preguntó (“como de niña pequeña”. Segunda utilización del término “como”, en su uso adverbial, en tres líneas. En esta ocasión acompañado de la preposición “de”, “como de”, expresión que resulta chirriante y fácilmente sustituible por “la voz de sonoridad infantil”, por poner un ejemplo entre una infinita gama de opciones. Horroroso) ¿Con quién hablo, por favor? “Soy Matías García Miralles. ¿Y usted quién es?”. Se oyó como un suspiro de alivio (Tercera utilización del término “como”, en su uso adverbial, en cinco líneas. Esto es de record. Si ya estilísticamente es suficiente motivo para lanzar el libro a la papelera, además está de nuevo mal construido. Si lo que quieres es expresar la posible causa del suspiro que estás oyendo, deberías expresarlo así: “se oyó un suspiro que parecía reflejar alivio”, por ejemplo). Soy Nancy, la novia de tu padre. Hola Matías, y a Matías se le agolparon miles de sensaciones contradictorias (las sensaciones no pueden ser contradictorias dado que la contradicción pertenece al ámbito de la Razón, el Logos. Si acaso, cabe hablar de sensaciones contrapuestas -frío/calor, alegría/tristeza, etc. -) y solo alcanzó a balbucear (“solo” en su uso adverbial lleva tilde, “sólo”): Hola, Nancy, ¿cómo está?, yo bien, gracias, pero trátame de tú por favor (te marcas un atroz batiburrillo en el final de párrafo sin un solo punto y lleno de comas y ni siquiera las pones donde hay que ponerlas. “trátame de tú, por favor”), bueno, bueno, ¿pasa algo con mi papá? Si, llamo para avisarte, bueno para avisarles que tu padre ha tenido un accidente muy serio con el coche (“bueno para avisarles que tu padre…..”. Otra vez, después de “bueno” tiene que ir una coma. Para colmo cometes un queísmo. “que tu padre ha tenido un accidente con el coche….” es una subordinada, sustituible por “ello”. Equivalente a decir “avisarles ello” en lugar de “avisarles de ello”, en este caso “avisarles de que tu padre….”), sí, está en cuidados intensivos, no, no murió y aquí rompió a llorar, pero según el médico puede morir en cualquier momento, sí, yo te dejo mi teléfono y ya te comunicas conmigo, chau, un beso. (“no, no murió y aquí rompió a llorar, pero según el médico……”. Esto ya es demasiado. ¿Estamos ante un género literario o en un chat de Internet? “y aquí rompió a llorar” sin ningún signo ortográfico que aclare que se está situando en la “voz” del narrador de la historia, cortando por la mitad la frase del personaje.)
Efectivamente, tal y como dice Elvira Navarro (no sé quién es, dicho sea de paso), “lo que Una historia sencilla despliega es una mirada cervantina”, aunque se le olvidó añadir “de un Cervantes no sólo manco sino tuerto y con una capacidad de visión del 5% en el otro ojo”.
Y, por favor, quiten ese fotograma del vídeo, que contiene una falta de ortografía. Ese “quien” no lleva tilde, puesto que está funcionando como pronombre relativo y no como interrogativo. ¿Qué clase de taller literario es éste? No me extrañan las alabanzas a esta novela. Qué horror….