Hace unos meses, David del Río se convertía en uno de los ganadores del Concurso de Microrrelatos de la Universidad Autónoma de Madrid con su cuento “El ego”. Entonces le prometí compartir su cuento en nuestro blog, y su ego ha tenido que soportar mi despiste que lo ha hecho esperar cuatro meses para que yo cumpliera con mi palabra. Con mis disculpas, esta foto tan apropiada y mi entusiasmo por su escritura, os dejo con él.

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David del Río. (Foto de Ana Escribano)

 

EL EGO

Yo era una persona de estatura normal. Más bien tirando a bajo. No más de 1,71. En ocasiones menos. Por eso me extrañó cuando me insistían en que estaba creciendo. Casualmente todo comenzó al mismo tiempo que empecé a recibir elogios por esos cuentos que defendía en voz alta ante pequeños puñados de oyentes en un bar de Malasaña. Yo me subía al escenario, notaba el calor cómplice del público y me creía el mejor.

Los éxitos seguían llegando cuando publiqué una antología de microrrelatos que funcionó de maravilla entre vecinos y familiares. Y ahí empecé a darme cuenta de que era cierto que estaba creciendo a mi edad.
Renové el armario. Seis veces. Hasta que decidí usar pantalón corto todo el año. Dejé de conducir porque no encontraba un coche a mi medida y abandoné a mi novia y amigos porque no estaban a mi altura.

Ya no era capaz de andar erguido cuando el médico vino a visitarme. Y me recetó una auténtica cura de humildad. Me llevó a una de esas casetas de la feria del libro donde los libreros venden y los escritores firman. Y después de tres horas bajo un sol furioso, no conseguí firmar más de dos libros. Mientras tanto en la caseta de enfrente había una cola de varias decenas de personas. Alguien firmaba un libro sobre cómo tener éxito.

Ahora mi problema ha cambiado. He dejado de escribir, he abandonado a mis nuevos amigos y mi nueva novia porque no estoy a su altura y la última vez que me medí no alcanzaba el metro cuarenta.

2 comentarios

  1. Felicidades David, está muy bien.
    Esta es la primera “enfermedad” que nos “curan” en el Taller…
    Saludos

  2. Esta es una gran paradoja, porque ¿qué es el escritor de autoayuda sino alguien con un ego gigantesco para decirle a otros cómo vivir su vida? Y la cosa se pone peor, porque trabajando como redactor en varios blogs he encontrado que definitivamente ese género es definitivamente el más redituable y simple de todos.

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