Mi buena amiga, la crítica argentina Adriana Imperatore, me envía este mail sobre María Elena Walsh. En el asunto pone: Walsh: coincidencia imperceptible. Me gustaría compartirlo con vosotros.
Hola amigas y amigos:
Les envío, para mí, la mejor crónica que recopila en toda su riqueza y complejidad la vida de María Elena Walsh (https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-160245-2011-01-11.html). Me di cuenta de cuánto representan lo argentino sus canciones y cuentos, cuando les empecé a regalar sus discos y libros a los hijos de amigos de otros países y culturas que no la conocían, como quien regala una genialidad o un tesoro que no hay que perderse. Como les pasó a Borges o al otro Walsh, la matriz de la lengua inglesa heredada hizo de urdimbre para que sonaran esos versos claros, imprescindibles, con una precisión que hasta entonces el español no conocía (y no es un privilegio del inglés sobre el español, quizás pase con todos aquellos escritores que como analogía o trasfondo les resuena otra lengua materna). Mi hija Carla escuchó la noticia por la tele y se puso triste, me dijo: «no quiero que se muera la autora de Manuelita»; yo le dije: «nos deja sus canciones y sus cuentos, de alguna manera, la vamos a seguir teniendo» a lo que me respondió: «pero yo quiero que ella siga en la realidad». Inapelable.
Le rindieron homenaje tanto el diario La Nación, que últimamente venía reeditando su obra, como también Clarín y Página/12 que publicó la mejor crónica. La presidenta y otras personalidades afines al gobierno, así como otros de la oposición asistieron al funeral. Hasta ahora nadie la reivindica exclusivamente para sí ni surgió ningún conflicto intergeneracional entre los que nos criamos con sus canciones durante cinco décadas. Quizás sea el efecto que logran algunos artistas, seres excepcionales e inclasificables, como esas tías o abuelas buenas que en el pasado remoto lograban reunir en fiestas o cumpleaños civilizadamente a una familia imposible. En este caso, no es una fiesta sino la pérdida, la conciencia de que va a brillar por ausencia lo que reúne a todos. Quizás, después de doscientos años nos empecemos a parecer a un país, con algunas cosas buenas, sagradas e indiscutibles como la Walsh.
Un beso grande,
Adriana Imperatore.