Poco sabemos de la fábula milesia, a pesar de la fuerza de estas historias breves como detonantes del cuento más largo o, si se quiere, incluso de la novela. Sabemos que existió Arístides de Mileto, poeta e historiador del siglo II a. C. muy seguido en Grecia por sus textos salaces y de tema licencioso. Que Sisena los tradujo al latín y que disfrutaron del interés de los romanos de todas las épocas a través de una colección denominada Fabulae milesiae, o fábulas de Mileto, que circulaban ya de boca en boca a modo de chistes picantes. Ovidio se compara con Arístides desde el destierro, en sus Tristes, y reclama para él la misma permisividad que sus antepasados tuvieron con los textos depravados del autor milesio. Y, después, Apuleyo llama a su Asno de oro “cuento milesio”, novela conocida por su carácter vulgar y obsceno. Estas narraciones de moral terjiversada han sido la base también del Satiricón, de Petronio, se han colado en el Decamerón de Boccacio y funcionan a modo de cortes publicitarios en las comedias de Aristófanes.
Os dejamos dos fabulitas milesias con las que comenzamos nuestras lecturas este curso.